ESTENSSORO
ROMECÍN, Alfredo (Tarija, Bolivia, 1908).- Novelista.
De profesión ingeniero químico. Docente universitario en
La Paz.
Alvaro Díez Astete describe la novela La esperanza
rediviva de Estensoro al señalar: “…se
da al lector como un anecdotario alrededor de un cierto número de personajes de
infancia y adolescencia de la Tarija de los años 20. /…/ Sin embargo va más
allá de un ‘anecdotario’ de primeras experiencias y peripecias adolescentes en
un medio ambiente bucólico, paradisiaco y atemporal, que es la impresión
inicial que causa la lectura de sus primeras páginas: se trata en realidad de
un verdadero documento testimonial de una época y de determinados
acontecimientos, cuya producción trasciende el interés meramente localista y
aún regional, y se ofrece a todos nosotros, a todo el país, mostrándonos y
enseñándonos la existencia de realidades culturales y sociales que permiten
perfilar con nitidez una psicología social de carácter únicos, como la del
‘tarijeño’ y ‘chapaco’”.
El propio autor en nota de
‘advertencia’, anota en las primeras páginas de la obra mencionada: “la mayoría de los personajes jóvenes
que figuran en esta historia están vivos y –agrego- en posesión de todas sus
facultades mentales. Cualquiera de ellos pudo haber escrito este libro,
ciertamente con mayor galanura y donaire que yo, porque es la verídica
narración de los más recordados pasajes de nuestra niñez y adolescencia.
Durante seis años consecutivos fuimos alumnos del profesor Justiniano y luego
sus adictos amigos por más de dos décadas; nosotros presenciamos las
evoluciones del ‘Loa’ en Tarija /…/. De modo que este relato, o el que pudo
haber escrito cualquiera de mis amigos, es de primerísimo fuente, pues la
narración de lo que hemos hecho, sentido, pensado y hablado cuando éramos
jovenzuelos”.
Y Romecín escribe en las
primeras líneas de su novela: “Los
treinta y tres pilluelos que asistían a la clase de Zoología del primer año de
secundaria del Colegio Nacional ‘San Luis’, y cuya lista principiaba con
Aparicio René y terminaba con Sosa Alberto, quedaron impasibles ante la aptitud
generativa del simpático celentéreo. / Aprovechando de la ya conocida bonhomía
del profesor, dedicaban esa hora de clase a charlar sobre fútbol, películas de
cawboys, excursiones y pololeos (en ese entonces no se hablaba de flirts);
jugaban por parejas a los puntitos; leían revistas cuyo formato disimulaban con
un cuaderno superpuesto, y no faltaba el gandul que grababa sus iniciales en la
tapa del pupitre con un cortaplumas especialmente afilado para el caso”.
LIBRO
Novela: La esperanza rediviva (1986).
Ref.-
A. Estenssoro, La esperanza…, 1986, 9 y 11; A. Diez, “La esperanza rediviva”,
Presencia/Dominical, 17.05.1987, 2; Guttentag, Bibliografía 1986, 82; Blanco, Tarijeños, 2010, 37-38
COPYRIGHT: Elías Blanco Mamani
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