MISTRAL, Gabriela
(Vicuña, Chile, 1889 – Nueva York, EEUU, 1957).- Escritora de calidad
universal, ha sido reconocida con el Premio Nóbel de Literatura en 1945.
Su
verdadero nombre fue Lucila Godoy Alcayaga. Su infancia transcurrió en el Valle
de Elqui, Montegrande, su pueblo natal, perteneciente a la Región de Coquimbo. Se
dedicó desde joven a la labor educativa, logrando titularse de profesora de
castellano en 1923; sirvió en distintos centros de formación hasta llegar a ser
directora. Su actividad literaria también destaca desde temprano, al ganar en
los Juegos Flores de 1914 en Santiago de Chile. Paralelamente a la publicación
de sus libros, cumplió misiones consulares en Madrid, Lisboa, Niza y Brasil,
Génova y Madrid. En 1951 su país la reconoció con el Premio Nacional de
Literatura.
Su
contacto con Bolivia nace de la relación personal que tuvo con escritores
bolivianos como Alcides Arguedas o con artistas como Marina Núñez del Prado o
su hermana Nilda. Las cartas y las memorias dan testimonio de aquellos
contactos.
En el
caso de la escultora Marina Núñez del Prado, de quien Gabriela apreciaba desde
antes sus ‘madonas’, apenas hubo oportunidad de conocerse entre ambas, se
embarcaron en tertulias, convivencias y otras acciones conjuntas. Marina hizo
un busto de Gabriela como muestra de admiración a la autora chilena.
En sus
memorias la escultora boliviana escribió sobre esta experiencia: “El rostro de Gabriela era firme y sereno,
una gran frente y sus ojos inmensos de un color de agua tranquila y limpia, debajo
de los arcos perfectos de sus cejas; su boca fina, como húmeda de una dulzura
amarga, el cabello gris, lacio, tirado atrás. Vestía siempre los colores
claros, el azul era su color favorito, no le gustaba llevar joyas. / El rostro
de una deidad antigua que miraba con
hondura en todos sus esplendores y matices, era el rostro de Gabriela; y al
verla así, siempre atenta a su quehacer, que era la vida, me inspiró el
vehemente deseo de esculpir ese rostro hecho por la eternidad. No era fácil
interpretar esa faz profunda como el mar, iluminado por los fuegos recónditos
de un corazón en llamas… con todo, yo aprovechaba los largos momentos de sus
charlas para hacer mis apuntes primero y posteriormente el doble de Gabriela.
En largas semanas coroné mi labor. La cabeza, que era como el arquetipo de una
raza superior, estaba terminada”.
Y por su
lado, Gabriela Mistral en 1952 escribió sobre Marina: “Miro trabajar a esta boliviana en grande y a quien yo admiraba sin
reconocer, y me place su silencio bebedor de planos, de líneas, de colores, de
todo lo visible, pero, además de los imponderables que o vuelan sobre la
materia o se posan un momento sobre ella. /…/ Marina Núñez del Prado escogió su
arte bajo el imperativo de amor que le dieron sus montañas. Alabado sea Dios
que la puso a criarse bajo la mirada de tan grandes y mágicas personas. /…/
Marina es ya el caso de un maestro. A esta categoría se llega generalmente
hacia la vejez; los dioses que gobiernan la ruta hacia la maestría no lo hacen
corta ni blanca para sus ahijados: el escultor y el pintor. Para la boliviana
genial la Gracia se ha apresurado, pues su obra lanzada ya es
ancha, y podemos decir de ella, sin caer el hinchazón, que ella ‘merece de la
patria’, según la expresión popular. Pero la patria suya rebosa a Bolivia; ella
comprende toda su América india y mestiza. La fiesta es, por lo tanto, para
todos nosotros”.
LIBROS
Poesía: Sonetos de la muerte (1914); Desolación (1922); Lecturas para mujeres (1923); Ternura
(1924); Nubes blancas y breve descripción
de Chile (1934); Tala (1938); Antología (1941); Lagar (1954); Recados contando a Chile (1957); Poema de Chile (1967); Almácigo (2008); Niña errante (2009).
FUENTES:
Marina Núñez del Prado, Eternidad en Los Andes, Chile, 1973, 72-73 y 140-144;
Mariano Baptista, Pensando en Bolivia, LP, 2000, 79-93; “Gabriela Mistral”,
es.wikipedia.org (agosto 2010)
FOTO: Gabriela Mistral abraza a Marina Núñez del Prado
COPYRIGHT:
Elías Blanco Mamani / Museo del Aparapita
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