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viernes, 2 de marzo de 2012

HORACIO RIVERO EGUEZ


RIVERO EGÜEZ, Horacio (Reyes, Beni, Bolivia, 1905 – Trinidad, Beni, 1973).- Poeta, educador y periodista.
Estudió filosofía y letras en la Normal ‘Simón Bolívar’ (1930) de La Paz. Ejerció en colegios de Trinidad, Magdalena y Cobija. Ocupó distintos cargos administrativos. Diputado (1940). Premiado en los Juegos Florales de Trinidad (1950). Dirigió los diarios ‘La Patria’ y ‘El Pueblo’ de Trinidad.
A decir de Roger Becerra Casanovas -cit. Quintana-, el autor “Escribió al paisaje más bello que a Bolivia impuso la naturaleza: El Beni; y también al humilde campesino. Cantó al panorama de la selva beniana, al majestuoso Mamoré, y a la mujer amada…”.
Otra valoración pertenece a Pablo Dermizaky, quien anotó: “Fue el primero que en el Beni insufló sustancia a la poesía. Sus versos traían un mensaje nuevo: a la cadencia de la forma, cuajada de metáforas rotundas, agrega la profundidad del pensamiento que se desliza armoniosamente en las estrofas. Aunque él diga que no ha aportado nada a la poesía nueva, la suya es una recreación, en el sentido de que sus poemas abordan los problemas intrínsecos del hombre en conflicto con su propia sensibilidad. / Como cantor del Hombre del Beni y de su tierra, nadie lo ha superado en vigor de la expresión…”.
En términos de Pedro Shimose, “Pertenece a la generación del Chaco. Poeta de publicación tardía, su obra quedó congelada en la corriente modernista y vernácula. /…/ Cantó al amor ausente y a la heredad beniana. La presencia de la muerte, la fugacidad del tiempo y el desencanto de la vida obsesionaron al poeta en su madurez”.
Uno de esos versos dedicado a la gente de su tierra natal titula ‘En elogio del Beni’, que en un párrafo dice: “Oh, este hombre del Beni hecho de agua, / de hamaca, de melaza y de torrente; / oh, este hombre del Beni hecho de lodo, / que es domador, delfín y siringuero; / oh, este hombre del Beni hecho de luna / que es cachafaz, caporal, poeta, / ciñe en la frente sus diademas plumas / si es en la fiesta corifeo y tontochi; / chontiles dardos en la diestra ciñe / si es en la tribu pecahuara o chama / y atado en su corcel corta los vientos / con la fayanca de su lazo de ocho / para enredarla en el testuz del toro”.
También escribió sobre la muerte; uno de esos versos, inserto en Hojas y cáscaras, expresa: “Y cuando llegue mi hora, / esta hora tan tremenda / de la que no podemos eximirnos / ni reyes ni villanos, ni asesinos… /…/ Me arrojaré, feroz, contra la muerte, / la clavaré las uñas en los pómulos, / le aferraré los dedos en el cuello, / le arrancaré los dientes, / la nariz, / el cuero cabelludo; / le sumiré los ojos, / le dejaré dos huecos en la cara; / la dejaré sin aliento y sin sentido, / la dejaré bien muerta”.

LIBROS
Poesía: Hojas y cáscaras (1968).
Estudio: 30 años de inquietud (panorama de la literatura beniana, 1933).

Ref.- J.L. Roca, “Hojas…”, Signo, 10, 1968, 129-131; Chávez, Perfil de la poesía beniana, 1974, 83-96; P. Dermizaky, “Reseña cultural”, Monografía de Bolivia, t. IV, 1975, 124; H. Rivero, “A. Lijerón, el sentimiento…”, PL, 18.03.1984, 2 y 4; Quintana/Duchén, Pasión, 563-64; M.D. Saucedo, Diccionario Histórico: II, 759-60; Prefectura, Monografía del Beni, s.p.; P. Shimose, Poetas del Oriente, 2011, 195-204


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