GOLDSACK BLANCO, Hugo (Santiago de Chile, 1915 – Olmué, Chile, 1988).- Poeta,
periodista y escritor.
Fue galardonado en 1972 con el Premio Nacional de Periodismo de
Chile. La visita de Hugo Goldsack a Bolivia se produjo de manera oficial en
1955, en calidad de Jefe de Prensa de la Presidencia de la República de Chile,
acompañando al Presidente Carlos Ibáñez del Campo, cuando el mismo cumplía un
segundo mandato presidencial (1952-1958). Dicha visita era en retribución a una
actitud similar anterior del Presidente Víctor Paz Estenssoro, quien estuvo en
el puerto de Arica el 31 de enero de 1955.
Goldsack cuenta que “Fue
aquella una jira muy breve, y, además, muy esforzada. Oficialmente debía durar
sólo cuatro días, y se prolongó a cinco por la visita a Santa Cruz de la
sierra, programada en el último instante. En esas escasas horas debí repartirme
entre las obligaciones inherentes a mi condición de jefe de Prensa de la Presidencia de la República y el vagabundaje
transoñado y sin brújula del artista que desea aproximarse a las formas
eternas y al espíritu de un pueblo
maravilloso”. Aquella visita traía una comitiva diversa e interesante,
entre ellos estaba el poeta Teófilo Cid, el periodista y director del ‘La Nación’ Darío Saint Marie,
entre otros.
Como resultado de esta experiencia, Goldsack publicó el libro
titulado Encuentro con Bolivia y
subtitulado ‘Color y sorpresa de una país inesperado’, mismo que fue editado
por Francois Villón de Santiago de Chile en 1956. Una de las impresiones de
Goldsack tiene que ver con la ciudad sede de gobierno, en que dice: “Esto es Bolivia, y Bolivia es el continente
de las tremendas contradicciones geológicas y humanas, de las sorpresas
innumerables. Eso es lo que los viajeros estamos aprendiendo en el rudimentario
alfabeto de ese vuelo, y lo que más tarde perfeccionaremos, a través de
fecundas lecciones vivas, sin que ello signifique que Bolivia nos haya mostrado
la suma de los mil rostros que los siglos tallaron y pulieron sobre su carne
/…/ Preguntábamos por la ciudad, y he ahí que La Paz estalla, de repente, con sus techos rojos,
sus barrios coloniales, sus iglesias, sus rascacielos y sus jardines, en el
fondo de aquel abismo, vale decir, allí donde sólo abríamos esperado un triste
amasijo de lavas muertas y depósitos aluviales de remotas edades”.
En este trajinar, Goldsack tiene oportunidad de contactarse con
dos hombres notables de la cultura boliviana como son Miguel Alandia Pantoja y
Oscar Cerruto; sobre el primero anotó: “…es
tan extraordinario pintor, que toda esta intención intelectualista (marxismo) y
todo el compromiso partidario resbalan a segundo plano, frente a la magia de su
intuición artística, la que le permite llegar a efectos que sólo puede
dominarse con un adjetivo: sobrecogedores”; y sobre Cerruto definió: “…digno y señorial en su soledad, como
Alandia, lleno de comprensión frente a las debilidades, riguroso consigo mismo
en la búsqueda de la expresión legítima, Cerruto es, sin duda, una de las
figuras más puras y agregias de la poesía actual boliviana”.
El crítico boliviano Juan Quirós por su lado le ha dedicado una
reseña al libro de Goldsack, a quien define de entrada: “Poeta antes que nada y de los buenos entre los poetas jóvenes de
Chile”. En nota aparecida en la revista ‘Signo’ en su edición número 3 de
1957, escribió en una parte: “en este
Encuentro con Bolivia, aunque escrito por un poeta, se deja el autor (y hay que
agradecerlo) de símbolos, de éxtasis místicos, de sueños y verdades
subyacentes, y usa el lenguaje corriente”. Y más adelante concluye: “De maravilla en maravilla, de
deslumbramiento en deslumbramiento, de estupefacción en estupefacción, Goldsack
cuenta no su encuentro sino su encontrón con Bolivia (únicamente cuatro días
estuvo acá), en donde -según él mismo dice- dió con el alma de la égloga y oyó
el paso de un pueblo que marcha bajo la noche”.
FUENTES: Mariano Baptista, Chile-Bolivia. La Agenda inconclusa, 1999,
79-80; H. Goldsack, Encuentro con Bolivia, 1956, 9-10, 19-21 y 61-62; J. Quirós,
"Encuentro con Bolivia", Rev. Signo, LP, Nro. 3, 1957, 133-34
COPYRIGHT: Elías Blanco Mamani / Museo
del Aparapita
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