PALMERO NAVA, Armando (Potosí, Bolivia, 1900 – Cochabamba, Bolivia, 1968).- Músico, compositor y
divulgador de la música clásica.
Hizo estudios de música en Santiago de Chile con el maestro Adolfo Allende.
De retorno en Potosí, trabajó como profesor de música en el Colegio ‘Pichincha’
y fue parte de una orquesta de cámara conformado por J. Matzá (austriaco), J.
Valdivieso y J. Sandi (padre de Marvin Sandi). Fue además un activista de los
movimientos culturales de su época, primero al organizar el Círculo de Bellas
Artes potosino, y segundo al impulsar el grupo intelectual ‘Gesta Bárbara’
(1918).
Cuando estalló la Guerra del Chaco (1932-1935), prestó sus servicios en la Cruz Roja. Tras el conflicto bélico, se estableció en la localidad de Uyuni para trabajar como gerente de una firma importadora, a la vez siguió con su vocación musical como profesor de colegio.
Luego se trasladó a Cochabamba donde siguió con su actividad musical; allí fue parte del cuarteto de cuerdas ‘Cochabamba’, fundó con Eduardo Laredo la Academia de Música ‘Man Césped’ y fue parte de la organización del Instituto ‘Eduardo Laredo’. También se relacionó con grupos corales como por ejemplo ‘Los Niños Cantores del Valle’. Dado su dedicación a vida cultural valluna, fue elegido Presidente de la Sociedad Filarmónica de Cochabamba.
Su capacidad como compositor está demostrada en diversas creaciones musicales; la investigadora Teresa Rivera establece el siguiente listado: en su etapa potosina compuso para piano ‘El minué de la niña’, ‘Mazurka a la Chopin’, ‘Romanza’ y ‘Poema indio’; en Cochabamba escribió ‘Pastorela’, ‘Paisaje’ (para cello y piano) y ‘Canción’ (para piano y voz).
No se le conocen premios concedidos a su obra mas que aquel 2do. Premio ‘Kantuta de Plata’ dado en la ciudad de La Paz por su composición ‘La rueda’. Se podría tomar como un reconocimiento el haber sido incorporado en la serie ‘Compositores bolivianos’ por un sello español que editó un disco con una selección de su obra.
Cuando estalló la Guerra del Chaco (1932-1935), prestó sus servicios en la Cruz Roja. Tras el conflicto bélico, se estableció en la localidad de Uyuni para trabajar como gerente de una firma importadora, a la vez siguió con su vocación musical como profesor de colegio.
Luego se trasladó a Cochabamba donde siguió con su actividad musical; allí fue parte del cuarteto de cuerdas ‘Cochabamba’, fundó con Eduardo Laredo la Academia de Música ‘Man Césped’ y fue parte de la organización del Instituto ‘Eduardo Laredo’. También se relacionó con grupos corales como por ejemplo ‘Los Niños Cantores del Valle’. Dado su dedicación a vida cultural valluna, fue elegido Presidente de la Sociedad Filarmónica de Cochabamba.
Su capacidad como compositor está demostrada en diversas creaciones musicales; la investigadora Teresa Rivera establece el siguiente listado: en su etapa potosina compuso para piano ‘El minué de la niña’, ‘Mazurka a la Chopin’, ‘Romanza’ y ‘Poema indio’; en Cochabamba escribió ‘Pastorela’, ‘Paisaje’ (para cello y piano) y ‘Canción’ (para piano y voz).
No se le conocen premios concedidos a su obra mas que aquel 2do. Premio ‘Kantuta de Plata’ dado en la ciudad de La Paz por su composición ‘La rueda’. Se podría tomar como un reconocimiento el haber sido incorporado en la serie ‘Compositores bolivianos’ por un sello español que editó un disco con una selección de su obra.
Walter Montenegro lo definió en los siguientes términos: “Don Armando no fue músico profesional;
vivía de otros trabajos -agencias de aduana y seguros- lo que le permitió
liberarse de las crueles limitaciones
materiales que acosan y, a menudo, anulan al músico de oficio. Pero tampoco fue
rico y demostró que no se necesita serlo para desempeñar la generosa y creativa
función del mecenas. Substituyó el dinero con la amplitud de espíritu y la
hospitalidad. Quien le conoció no olvidará su imagen, en la que la inteligencia
y la bondad parecían haber armonizado una nueva forma de música interior”.
Por su lado Franklin Anaya Arze recuerda: “Don Armando en sus últimas horas deliraba con Mendelssohn porque fue
músico hasta la médula de sus huesos y de la cuna al féretro. Muchas coronas y
bellas flores rodeaban su catafalco -23 de julio de 1968- mientras suavemente
se hicieron tocar grabaciones de sus conciertos queridos… En su viaje a la
eternidad lo acompañará acaso un coro de cósmica armonía, repitiendo su última
cuita: ‘Hice el bien que pude… como mejor pude…’”.
LIBRO
Música: Obras para piano: Música Boliviana
(1998).
Ref.- A. Palmero,
“Educación musical”, Revista de Bolivia, LP, 5, Noviembre de 1937, s.p.;
Porfirio Díaz M., “Dos grandes muertos de mi ruedo: Palmero y Wieler”, PL,
31.08.1969, 1; W. Montenegro, “Armando Palmero”, Presencia, 31.07.1988, 10;
Auza, Historia de la Música, 185-86; F. Anaya, La
música en Latinoamérica y en Bolivia, 1994, 120-122; T. Rivera, Diccionario
Histórico: II, 462; ABNB, Bibliografía 2004, 152; E. Blanco, Potosinos, 2010,
117-118
COPYRIGHT: Elías Blanco
Mamani
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