De formación autodidacta, "pinté casi desde niño.
Deliberadamente no fui a ninguna escuela de arte porque su asistencia
distorsiona el espíritu creador", dijo.
Estudió en escuelas de Oruro. Asistió como soldado raso a
la Guerra del
Chaco (1932-1935) donde cayó prisionero. De retorno en Bolivia se estableció en
La Paz, donde
colaboró con diarios y revistas y aquí hizo su primera exposición en 1936. Se
hace militante del Partido Obrero Revolucionario (POR) en 1940, del que se
alejaría en 1955. Exiliado en Chile (1948-1949) donde sigue con su arte y pinta
el mural ‘Dictadura capitalista y último acto’ (1946). Participa en La Paz
activamente de la revolución del 9 de abril de 1952, fusil en mano. A
invitación de Víctor Paz Estenssoro en 1952 pinta el mural
‘Historia de la mina’ en el hall del Palacio de Gobierno en La Paz (destruido en
1965, por el gobierno de Barrientos Ortuño, junto a otros murales suyos en el
Parlamento y en la
Cancillería). En 1954 pinta el mural
‘Huelga y masacre’ en la sede de la Federación de
Mineros de Bolivia, en La Paz (obra
que fue retirada en 1980 antes de la demolición ordenada por Luis García Meza).
Visitó México en 1957 donde se relaciona con el afamado Diego Rivera. En 1958 pinta cinco murales
en el edificio de YPFB en La
Paz. En 1964 pinta ‘Lucha del
pueblo por su liberación, reforma educativo y voto universal’ en el edificio de
la Plaza
Villarroel. En 1971 sale nuevamente al exilio.
El ensayista Carlos Salazar Mostajo la valora: “Miguel Alandia Pantoja es el pintor
representativo de la nueva época, y que domina el escenario artístico del país
entre 1947 a 1975,
año de su muerte. Es, por antonomasia, el pintor de la revolución, concepto en
el cual incluimos no solamente la gesta de abril de 1952, sino todo el proceso
internacional que conduce al socialismo. Esta afirmación inicial es
indispensable para comprender la obra del artista. Alandia Pantoja no separó
nunca esas dos dimensiones en que se da el acontecimiento e interpretación de
la realidad, a saber, el pensamiento por un arte, y la sensibilidad por otra; en otros términos; pintar era para
Alandia Pantoja lo mismo que pensar, sin que pueda señalarse una diferencia
precisa entre ambas actividades; por consiguiente, no pone el arte al servicio
de la revolución, sino que hace y practica la revolución con el hecho de
pintar, y esta es una actitud plenamente consciente que lo diferencia de otros
pintores preocupados de ubicar en términos distintos lo que es la política
militante, de un lado, y la actividad artística, de otro”.
El pensamiento de Alandia fue expresada por el mismo en
1971: “Creo que la pintura mural es la
pintura del porvenir, no sólo por ser monumental y expresar ‘las esperanzas de
las grandes y anchas masas’, sino también porque la transformación de la
sociedad impone que el manifestarse de forma monumental, la plástica exprese el
sentimiento democrático y humano de la sociedad en su conjunto, es decir, que
la pintura mural debe sustituir en el futuro a los pequeños museos en que hoy
se conservan las obras maestras del pasado”.
PREMIOS: Mención de Honor en la I Bienal de México
(México, 1957).
Ref.- M. Alandia, “Idealismo y materialismo en el Arte”,
DL, 21.09.1952, 2; Salazar, Pintura Contemporánea, 1989, 129-49; R. Botelho,
“M.A.P., pintor y revolucionario”, PL, 10.06.1984, 1; Lora, Diccionario, 16; C.
Cordero, “M.A.P., el inmortal”, Rev. Cultural FCBCB, 25, 2003, 7-18; G. Lora,
Miguel Alandia Pantoja, La Paz, 1978;
M.A. Miranda, “M.A.P., muralista de la Revolución”,
LR/Debate, 14.04.1991, 6-7; Mirna, “M.A.P. el pintor”, Diario/2da. Sección
24.01.1971, 10; J. Vargas, “M.A.P. en vida y obra”, LR/Ventana, 28.11.1993 y
28.11.1993, 16-17; E. Blanco, Potosinos en la Cultura Boliviana, 2010, 19
CUADRO: 'Imilla' de Alandia Pantoja
COPYRIGHT: Elías Blanco Mamani
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