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martes, 13 de julio de 2010

ALFREDO ALEXANDER JORDAN


Por Elías Blanco Mamani

ALEXANDER JORDÁN, Alfredo (La Paz, Bolivia, 1901 – 1970).- Escritor y periodista. En su juventud radicó en Santiago de Chile junto a su familia, allí asistió al Instituto ‘Andrés Bello’, luego pasó a Tacna, Perú, donde se tituló bachiller en humanidades (1918). Luego estudió para abogado. Como periodista destacó su labor en varios medios: fundador y director de ‘Páginas libres’ (1925), ‘La vanguardia’ (1927) y ‘Noticias’ (1936) en la ciudad de Oruro. Participó en la Guerra del Chaco (1932-1935). Fundador y presidente de la Cámara del Libro de Bolivia (1942-1945). Presidente del Banco Central (1946-1949). Ministro de Hacienda y Estadística (1949). Hacia 1948 compró el diario ‘Ultima Hora’ y posteriormente fundador del matutino ‘Hoy’ (1968). Cumplió funciones diplomáticas en España (1965). Cuando se le preguntó ¿Por qué optar por el periodismo?, respondió sencillamente: "No lo elegí. Fue él el que me eligió, se me metió en el alma y se aposentó allí para siempre. Recuerdo que, a los diez años de edad, ya hacía yo solo mi periódico con tipos de goma. Mi única lectora era mi madre". Su calidad de escritor está expresada en dos libros, uno de ellos de poemas en que dejó escrito: "Es tarea muy noble la del escritor para que en ella tengan cabida los que utilizan la pluma para corromper las ideas o para alterar la verdad. No hay comercio más innoble que cuando se escribe para escribir tanto por cada expediente destinado a causar daño o para defender una causa oscura". Y más adelante sentencia: "El verdadero escritor no puede esperar ni justicia, ni aplauso, ni reconocimiento, ni gratitud, ni forma alguna de homenaje consagratorio. Si el escritor trae a la vida una partícula de luz, está obligado a alumbrar con ella los oscuros caminos por donde transita la injusticia: está obligado a señalar las rutas de la dignidad humana". Muchos han valorado su trabajo, entre ellos el biógrafo Eduardo T. Gil de Muro: “Admiro ahora tu envidiable terquedad, tu resolución de una sola línea, tu estrecho y difícil camino. /.../. Te dolían el silencio cómplice, las debilidades públicas, los celestinos oficiales. Te dolía el disimulo frente a la agresión, el alzarse los hombros frente a la calumnia, el cohecho y la coima de los grandes responsables. Los pueblos -tú lo dijiste- se envilecen en la inercia, en la indiferencia y en la cobardía”. Otra opinión es de Teresa Alexander: “Le gustaba escribir como quien piensa, al hilo mismo del pensamiento. Y le gustaba pensar como quien escribe, al borde mismo de la responsabilidad social tiene toda pluma. Había un poco de martirio en cada letra, un poco de inmolación y de holocausto, porque si alguien ha dejado la piel y las entrañas al paso de cada uno de sus trazos, ha sido este hombre, Alfredo Alexander”. Por su lado el escritor Porfirio Díaz Machicao anotó: “Uno de los más brillantes editorialistas de la prensa boliviana. /.../ Tiene prosa de honda meditación y de bella expresión literaria”. Su pensamiento sobre el periodismo está reflejado en el siguiente texto: “El periodista debe ser insobornable, incorruptible en sus expresiones vocacionales. No debe entregarse a ningún poder de dominio sobre su mente o sobre su existencia material. Un diario no puede servir a dos amos. Un diario debe servir a la máxima dignidad del hombre: a su conciencia”.

LIBROS
Poesía: Vendimias (1976).
Prosa: En el yermo de Dios (1962).
Ensayo: Estudio económico (1940); Comentario sobre el Tratado Boliviano-Argentino (1948).


Ref.- Costa, Catálogo: I, 256-57; Teresa Alexander, “Vendimias de un escritor”, PL, 24.04.1983, 2; P. Díaz Machicao, Prosa y Verso de Bolivia, 1967, 62-66; Eduardo Gil, A.A.J. Biografía heroica de un periodista boliviano, 1977; Quintana/Condarco, Pasión por la palabra, 1992, 27-33; DHB, Diccionario Histórico: I, 88-89

2 comentarios:

  1. Nadie podra entender, ni admirar de la forma que lo hacemos nosotros los que somos parte de esta familia, el poder del pensamiento, y las palabras habladas o escritas de mi abuelo. Que afortunado me siento de haber sido influido por el y por las semillas que el sembro durante su vida. Louie Alexander

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    1. Como hijo menor de Alfredo y Martha, único vivo de los siete que fuimos, suscribo plenamente lo que nuestro sobrino Louie ha sintetizado tan bien hace más de tres años en su emotivo texto. Es una fe de compromiso de vida. Ninguno lo habríamos hecho mejor. Gracias por interpretarnos con tanto acierto.

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