Amargo
mar fue presentada al público en 1984, y toca el
problema sensible de la pérdida de la salida al mar de Bolivia, producto de la
invasión militar chilena en 1879, y que hasta hoy es un trauma histórico para
los bolivianos. La película de Antonio Eguino trata de hacer una memoria
cinematográfica de lo que algunos llaman Guerra
del Pacífico.
A decir del cineasta Fernando Aguilar:
“Allí –en la película- aprendimos que ni
Daza era tan malo ni Campero tan bueno, allí pudimos enterarnos que no sólo los
chilenos se llevaban de mil amores con los ingleses, sino que había unos
bolivianos muy interesados en no perder contacto con los capitales de su
majestad. Allí aprendimos que sobre todas las cosas y fue un sacudón para
todos, que la historia puede llegar a ser un cubo de ocho caras y que depende
de quien la tenga en sus manos y la interprete –bajo determinados intereses-
para que la lectura sea de tal o cual manera”.
Por su lado el historiador Carlos D. Mesa
anota que con esta película “Eguino
fortalece la columna vertebral de su amarga visión de la realidad, porque
Amargo Mar es la constatación de que tanto en el lado de la oligarquía como en
el de la nación primaba la incapacidad, la imposibilidad de una conducción
política y militar mínimamente coherente”. Y concluye más adelante: “La obra de Eguino ha contribuido a mantener
en el tapete y en el debate muchos elementos importantes de la Bolivia
contemporánea, y ha contribuido además a descubrir una nueva posibilidad para
el cine boliviano que ha vivido y vive, desde el comienzo de los años setenta,
a la sombra terrible del cine de Sanjinés”.
El argumento de Amargo mar intenta mostrar los entretelones de los sucesos de 1879,
en que aparece un ingeniero de nombre Manuel Dávalos y su enamorada una chapaca
llamada ‘La vidita’. Dávalos tras hacer labores de exploración en el Litoral
entonces boliviano, alerta al presidente Hilarión Daza sobre los riesgos de
invasión que había en la zona por parte de chilenos y británicos. Hasta que se
produce la ocupación (marzo de 1879) y Daza intenta movilizar a las tropas,
pero para sorpresa de todos, tropieza con los intereses empresariales de
Aniceto Arze y del Gral. Narciso Campero más interesado en proteger las propiedades
de Arce, a la vez que se conspiraba para derrocar a Daza, ambición que se
concreta en diciembre de 1879, en que se erige como presidente Campero.
“Bolivia
para Arce era mina y no mar. /…/ Daza como Arce son en el filme los símbolos
que para Eguino, representan la nación y la anti-nación respectivamente”; es la conclusión a que llega
José A. Murillo, aludiendo a la tesis que Carlos Montenegro plantea en su libro
Nacionalismo y Coloniaje, en que
denuncia la pugna entre los intereses del pueblo y la defensa de los intereses
de una clase, en este caso clase dependiente de la extranjera.
La ficha técnica de la película tiene
el siguiente detalle: Dirección y guión, Antonio Eguino (asesorado por Fernando
Cajías y Edgar Oblitas); fotografía de Eguino y Armando Urioste. Música de
Alberto Villalpando y escenografía de José Bozo. Actores: Heddy Bravo, Alfredo
Rivera, Edgar Vargas, David Mondacca, Orlando Sacha, Enriqueta Ulloa, Germán
Calderón, Daniel del Castello, Ninón Dávalos, Edwin Morales, Luis Aldana, Norma
Merlo, Agar Delós, René Carriles, Edgar Darío González. Producción Ejecutiva:
Paolo Agazzi. Producción: Productora Ukamau.
Ref.-
P. Susz, “Cine en Bolivia: 1975-1987”, UH/Semana, LP, 09.08.1987, 10: F.
Aguilar, “Amargo mar: la historia en el cine”, Los Tiempos, 21.08.1990, p. B6; C.
Mesa, La aventura del cine boliviano, 1985, p. 118-19; J.A. Murillo, “Amargo
mar”, Los Tiempos/Facetas, 08.07.1984, 12; P. Susz, Filmografía Video Boliviana
básica, 1991, p. 166
Foto: Escena de Amargo Mar, en que aparece Eddy Bravo interpretando a HIlarión Daza.
D.R. COPYRIGHT: Elías Blanco Mamani
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