SISA VARGAS,
Bartolina
(Caracato, La Paz, Bolivia, 1750 – La Paz, Bolivia, 1782).- Luchadora indígena.
Nació el 24 de agosto de 1750 (según anota
Nicanor Aranzaez, otros como Barnadas anotan hacia 1761) en la localidad de
Caracato, vecina de Sica Sica, en la hoy Provincia Aroma, del departamento de
La Paz. En su juventud ayudó a sus padres en los viajes que hacían a la zona de
los Yungas para el rescate de coca, labor que luego ella de manera
independiente realizaría.
Se casó con Julián Apaza (quien luego
adoptaría el nombre de Tupac Katari) en Sica Sica en 1780. Entonces se dedicó a
tareas de lavandería, hilado y tejido, en días en que su esposo hacía viajes
organizando la rebelión indígena que desembocaría en el cerco a la ciudad de La
Paz en 1781.
Tupac Katari la nombró Virreina en las
jornadas del cerco a La Paz, por lo que en varios lapsos de tiempo fue cabeza
de la rebelión, hasta que fue tomada prisionera por los españoles a causa de
una traición de los suyos. Sus captores la utilizaron para atraer e intentar
capturar a Tupac Katari, quien intentó en reiteradas oportunidades rescatar a
su esposa.
Hasta que el 6 de septiembre de 1782, en La
Paz, fue ejecutada en la horca por orden del oidor Francisco Tadeo Diez de Medina.
Un retrato de la personalidad de Bartolina
Sisa es la que hizo la historiadora María Eugenia del Valle en su libro Historia de la rebelión de Tupac Catari
(2011), en que anota: “La mujer sumisa
que lavaba, hilaba, y tejía y soportaba las largas ausencias que le imponía su
marido con sus viajes, fue traída a El Alto –cuando el cerco a La Paz de
1871– para afrontar una situación
desconocida que supo aceptar y que no implicaba solamente la gloria y el boato
que le imponía el ser esposa del nuevo virrey, sino también la tarea más ardua
y peligrosa de empuñar las armas, acaudillar las tropas, enrolar combatientes,
tomar decisiones e imponer su voluntad a los alzados que no debían verla
flaquear un solo instante si no querían perder la autoridad que su marido
delegaba a ella. / Por las descripciones que el Padre Borda, un agustino que
estuvo prisionero en El Alto, hizo a Segurola en un informe que éste le pidió
cuando pudo escapar hacia la ciudad, puede apreciarse cómo Bartolina supo
captar los deberes que le imponía su nuevo papel, con lo que no sólo fue una
eficaz capitana, sino también intuyó la importancia que significaba el mantener
un etiqueta y soportar un protocolo, dada la necesidad que tenía su marido de
rodearse de una aureola de prestigio que llenara la carencia de jerarquía
social de que adolecía, puesto que él no era de sangre noble ni había
desempañado jamás un cargo político importante como el de cacique”.
FUENTES CONSULTADAS:
Boleslao Levin, “Confesiones de Sisa ante
jueces españoles”, La Razón/IV Centenario, 20.10.1948, p. 169; Aranzaez,
Diccionario de La Paz, 1915, 724-725; Elsa Paredes, Diccionario Biográfico,
1965, 255-256; JT/JMB, Diccionario Histórico: II, 2002, 915-916; M.E. Del
Valle, Historia de la rebelión de Tupac Catari, 2011, 247-248
FOTOS: (1) Dibujo de Alfaro Ramírez y (2) Bartolina Sisa tomada prisionera y castigada vista por el artista Angel Oblitas. (Archivo Museo del Aparapita)
Derechos
reservados / Copyright: Museo del Aparapita / Elías Blanco Mamani
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